UN LIDERAZGO PASTORAL EFICAZ

Todos los derechos están reservados en cada publicación por sus autores, en caso de hacer uso de su contenido debe hacer las respectivas referencias en las notas bibliográficas.

UN LIDERAZGO PASTORAL EFICAZ


TEXTO Efesios 4:11-16


Introducción

El tema de liderazgo es fundamental para la Iglesia (Prov 29:18). 

Entre los varios estilos o clases de liderazgo que pueda haber, lo que una congregación más necesita es un liderazgo pastoral, que de lugar a un verdadero pastoreo de la Iglesia.

También lo que se pide que sea un liderazgo eficaz – en el sentido que logre las metas y propósitos que se tracen.

Nuestro texto clave es Efesios 4:11-16 (especialmente el v.12).  

¿Cuál es el contexto de este pasaje?  Pablo escribiendo a la Iglesia en Éfeso; dos secciones principales:

i.                    La Obra de Dios en la salvación del hombre (Efe 1-3).
ii.                 La Responsabilidad del Hombre en cuanto a su salvación (Efe 4-6)

En Efesios 4, el tema es la importancia de mantener la UNIDAD de la Iglesia (v.1-6).  Dios ha obrado para lograr esa unidad (v.7-13), y ahora espera que los miembros trabajen para fortalecer la unidad (v.14-16).


En Efe 4:11-16, podemos notar TRES principios importantes para un liderazgo pastoral eficaz:


1. CRISTO ES EL LÍDER PRINCIPAL DE LA IGLESIA (v. 11-12)

Cristo es nuestro modelo de liderazgo.  En Juan 5:17 y 19, el Señor establece un principio fundamental en el liderazgo.  ¡Hay que trabajar con el Padre!

Hoy, existe un fuerte énfasis humanista en el ministerio (se debe a la cultura vigente, del mundo moderno, que transforma el hombre en ‘dios’).  En la medida que esta corriente nos motiva a trabajar, está bien; nos permite evitar el peligro de la pasividad inherente en el calvinismo (p.e. la respuesta que se le dio a Guillermo Carey, cuando lanzó el desafío de las misiones).

PERO – el peligro es que una actitud ‘humanista’ nos lleva a trabajar independientemente de Dios, estableciendo nuestra propia forma de trabajar, y estableciendo nuestras propias metas, etc.

El balance correcto es: “Mi Padre…trabaja, y yo trabajo” (Juan 5:17). 

Cristo no vino para hacer Su voluntad, sino la de Aquel que lo envió (Juan 6:38).   Para ello, el Señor quería ‘ver’ lo que el Padre estaba haciendo, y encaminar Su ministerio en esa dirección (Juan 5:19).  El liderazgo de la Iglesia debe partir de este principio fundamental.
¡A veces actuamos como si a Dios habría que animarle a trabajar!  Sin embargo, en los primeros capítulos de Hechos, los apóstoles luchaban por mantenerse al ritmo del trabajo que Dios estaba haciendo – miles  de convertidos en Jerusalén (Hch 2:41; 4:4), ‘Samaria al Encuentro con Dios’ (Hch 8:5-25), una nueva obra en el África (Hch 8:26-40), la conversión de los gentiles (Hch 10), etc.    

¿Por qué digo esto?  Para poder entender lo que Pablo escribe en Efe 4:12, “a fin de perfeccionar a los santos”.  Muchos piensan que Pablo aquí está describiendo lo que el liderazgo de la Iglesia tiene que hacer.  Pero dos cosas indican que esa sería una interpretación equivocada:


a. El Contexto

Hay que leer el v.12 en su contexto (v.7-11).  El tema central es lo que Cristo ha hecho a favor de la Iglesia.  Él bajó a este mundo para salvarnos (v.9), y luego ascendió al cielo para darnos dones espirituales (v.10, 8). 

Recordemos que la RV es una traducción del texto original, y que la división en versos no fue inspirada por Dios.  Por ende, podríamos cambiar la traducción de los v.11-12, en la siguiente manera: “Y él mismo, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, constituyó a unos, apóstoles, etc.”.  Esto indicaría que el sujeto de la oración es Cristo; Él es el que está liderando la obra.


b. El Término – “perfeccionar”.

Hay dos términos diferentes en el NT:

-         teleios’ (‘completar’, ‘propósito’, ‘madurez’); apunta a nuestra responsabilidad (Mat 5:48; 19:21; 1 Cor 14:20; Efe 4:13; Col 1:28).

-         katartizo’ (‘completar’, en el sentido de ‘reparar’ o ‘restaurar’).  Apunta a la obra de Dios (Mat 21:16; Rom 9:22; Heb 10:5; 11:3).  Aunque a veces se usa de la obra de los hombres (Gál 6:1; 1 Tes 3:10).

El contexto aquí parece apuntar a la obra de Dios en el creyente.   Dios ha dado dones a los creyentes, para que estén listos (‘arreglados’) para servir a Dios, y cumplir Su propósito en sus vidas.  La base del ministerio cristiano no es lo que el liderazgo de la Iglesia hace con los miembros, sino lo que Dios hace para cada creyente – lo ‘perfecciona’ con a lo menos un don espiritual, para que pueda servir a Dios, en la edificación del cuerpo de Cristo.


RESUMEN

El liderazgo de la Iglesia viene de Dios.  Cristo es la cabeza de la Iglesia.  El Padre le da ciertas personas para salvar (Juan 17:6, 9; comparar Juan 6:37-39).  Cristo se encarga de salvarlos.  El Espíritu Santo les da los dones espirituales, conforme al plan de Dios.  Y el propósito de todo esto es que los miembros del cuerpo de Cristo funcionen conforme al plan de Dios.


¿Qué implica esto para nuestro liderazgo?  Tenemos que ‘ver’ lo que la Trinidad está haciendo, y encajar con ese trabajo.  Para cada congregación, el trabajo será diferente (¡tremenda variedad!).  Tal como Dios tiene ciertas ‘buenas obras’ que Él quiere que hagamos como individuos (Efe 2:10), también tiene ciertas ‘buenas obras’ que Él quiere que cada congregación haga.  No es asunto de copiar a otras iglesias, sino de ver lo que Dios quiere para nuestra congregación.

Para eso, hay que orar y esperar en Dios (Hch 13:1-3).

PERO, para evitar el peligro de la pasividad, hay que notar un segundo punto:

 2. SOMOS LLAMADOS A TRABAJAR CON ÉL (v.11-12)

Nuestra tarea como líderes es simplemente la de ‘colaborar’ con Dios, en la obra que Él está haciendo.  No debemos trabajar independientemente de Dios, ni en competencia con Dios, sino en paralelo con Él. 

Si Dios es el que da los dones, ¿cuál es nuestra responsabilidad?
  
a.      Enseñar – acerca de los dones espirituales.  Empezando con los dones mencionados en Efe 4:11; luego, continuando con los dones mencionados en 1 Cor 12:8-10.

Habiendo enseñado, el siguiente paso es ayudar a los hermanos a identificar sus dones espirituales.  Esto lleva tiempo y paciencia.  Es difícil hacerlo con todos; pero se debe poder hacer con muchos.  ¡A lo menos con todos los que están en un ministerio!
  
b.      Discipular – en cuanto al uso de los dones espirituales.  Esto implica varias cosas:

i.                    Desarrollar una iglesia ‘ministerial’/’carismática’.  Es decir, concientemente desarrollar varios ministerios en la Iglesia (según los dones que se van reconociendo).

ii.                 Asignar los miembros a esos ministerios, según sus dones.

iii.               Colocar al frente de esos ministerios a un pastor o líder dotado con el don apropiado.  Su misión no es acaparar todo el ministerio, sino modelar el ministerio.

iv.               Dar la oportunidad a los integrantes de esos ministerios de servir, bajo el tutelaje y la mirada del pastor.


c.      Pastorear – en cuanto al cuidado de los ‘ministros’.  Hay que ‘pastorearles’ ministerialmente, ayudándoles a mejorar el uso de sus dones, brindándoles mayor capacitación, cuidando del orgullo, pleitos entre los miembros del equipo, etc.
  

3. TENEMOS QUE ENTENDER LAS METAS DE DIOS (v.13-16)

Para lograr un liderazgo pastoral eficaz, no solo tenemos que colaborar con Dios, en el asunto del uso de los dones espirituales, sino que debemos entender cuáles son las metas de Dios.  ¿A dónde está apuntando Él en todo lo que hace?

Veamos algunas cosas que Pablo destaca en los v. 13-16

a. ‘Actividad Total’ (v.16)

La meta de Dios es “la actividad propia de cada miembro”.  Cada miembro de la iglesia debe estar trabajando, y trabajando en aquella porción (‘metron’) de la obra a la cual Dios le ha asignado, al colocarlo en el ‘cuerpo’ de Cristo.
  
b. Unidad Espiritual (v.13, 16)

El peligro, al desarrollar diferentes ministerios, es que podríamos fraccionar la iglesia.  ¡Este es un grave riesgo, y debemos evitarlo a toda costa!  Una forma de hacerlo es entender (¡y enseñar!), que la meta de Dios es llevar a todos los creyentes “a la unidad de la fe” (v.13); es decir, a una unidad conceptual.    Todos los miembros deben tener un mismo concepto acerca de la doctrina cristiana.

También debe haber una unidad corporal (v.16).  Esta es la responsabilidad del liderazgo – hacer que todas las piezas del ‘cuerpo’ funcionen como debe ser, en unidad, para el bien del ‘cuerpo’.

OJO: No es fácil.  ¡Cada uno se cree el más importante!   Hay que enseñar 1 Cor 12:18-27. Y ver cómo desarrollar una vida congregacional, en la cual esto se pone en manifiesto.

c. Conocimiento de Cristo (v.13, 15)

La meta final de Dios no es funcional, sino cristológica.  Es decir, Dios no se conforma con simplemente crear una congregación que funcione bien, sino que busca formar congregaciones caracterizadas por el conocimiento de Cristo (v.13).

La vida congregacional debe manifestar la semejanza de Cristo – en su carácter, en su trabajo, en sus actitudes, etc.  ¡No solo los miembros deben ser ‘cristianoi’, sino las mismas congregaciones deben ‘pequeños Cristos’!

¡Habla de una gama de ministerios!
  
d. Madurez Espiritual (v.13, 14)

Niños son caracterizados por inestabilidad (regalos, etc).   ‘Niños’ espirituales también son inestables (espiritualmente), y se dejan llevar por las corrientes teológicas y las modas eclesiásticas del día.

PELIGRO: Satanás se encarga de usar “estratagema de hombres, que para engañar emplean con  astucia las artimañas del error” (v.14).

La tarea del liderazgo no es solo proteger a la Iglesia de tales cosas, sino formar a los creyentes en tal manera que ellos mismos se cuidan.
  
e. Semejanza a Cristo (v.13)


Esta es la gran meta: alcanzar “la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”.  Es solo cuando tengamos una iglesia llena de tales creyentes que podremos decir que hemos cumplido el ministerio de liderar al pueblo de Dios.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Los 12 del I.B.M. se reservan el derecho responder ó eliminar comentarios y "NO" se hacen responsables de las opiniones emitidas ya que son a titulo personal de los visitantes.